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jueves, 19 de septiembre de 2013

ORGULLO DE PADRE.

A menudo los hijos, se nos parecen y así nos dan la primera satisfacción...

Así arranca la canción de Serrat, esos locos bajitos. Y aunque no se nos parezcan, las satisfacciones llegan de todos modos. 

Ayer fue un día especial en mi vida. Tan especial como el día en el que tuve en mis manos el primer ejemplar de Rubber Soul, tan especial como el día en el que me llamaron para decirme que había ganado el Concurso de Cuentos del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal o cuando vi por internet que "La Trampa del Diablo" había sido elegida para ser finalista del LX Premio Planeta de Novela.

Miento. Ayer fue más especial. Fue como cuando sostuve a mi hija por primera vez. 

Quince años pasaron desde esa fecha. Hace menos de un mes bailé con ella el vals de los quince y ayer, a las dos de la tarde en la Sala 1 del Centro Cultural General San Martín, se apagaron las luces y pude ver a mi hija en la pantalla grande por primera vez.

Desde que comenzó a hablar que quiso ser actriz. Desde que comenzó a caminar quiso expresarse con todo su ser. Desde que tuvo conciencia de quién era ella, supo lo que quería para su futuro.

Actuar.

Ayer vi el estreno universal del documental "EQUIPO VERDE, ENTRENAMIENTO ADOLESCENTE PARA UN DOCUMENTAL" dirigido por la cineasta argentina Alejandra Almirón. El documental aborda el tema de la identidad, de ser parte de una generación complicada, una generación de chicos que convivieron con el golpe de estado, la guerrilla, la guerra y el retorno a la democracia. Y la visión de tres mujeres que relatan desde sus vivencias lo que era la educación en la argentina en los años 70.

Pero para mí fue mucho más. Fue ver como el sueño de mi hija comenzó a hacerse realidad. Y fue poder hinchar mi pecho con orgullo mientras se me piantaba un lagrimón.

El documental, encima, es muy bueno.

Desde Buenos Aires, los abrazo.