Cuando
tenía 14 años mi hermano regresó de un viaje de dos mese por Europa con dos
libros en la valija, a saber, The Hobbit, The Silmarillion y The Lord of the
Rings. Este último era una edición que traía los tres libros en uno, por lo que
eran más de mil cien páginas en una letra bastante pequeña. A mis catorce años,
tengo que decirlo, el grosor de ese libro en inglés me intimidó un poco, pero
el dibujo de tapa, supuestamente el castillo de Sauron en Mordor, me llamaba.
Opté por
leer primero El Hobbit y en menos de una semana me lo había acabado. Era
algo distinto a lo que había leído hasta el momento. Luego ataqué a El Señor de
los Anillos y después de unas semanas de lectura llegué a los capítulos finales
que, en esa ocasión, dejé sin leer un poco porque la tensión de la historia
había caído mucho y tenía ganas de leer el tercer libro.
El autor
de los libros era un tipo enigmático: JRR Tolkien. En aquella época no existía
la Internet por lo que no era tan sencillo averiguar algo más del
autor. Se llamaba John Ronald Reuel y había nacido en Sudáfrica en enero de
1892. Murió en Inglaterra en septiembre de 1973, cuando yo tenía
cuatro años, once años antes de que por primera vez viera uno de sus libros.
En 1896,
el padre de Tolkien falleció en Sudáfrica y su madre decidió mudarse con sus
hijos a Inglaterra. En 1915 se graduó con honores del Exter College de la
Universidad de Oxford y se enlistó en el Ejército. Con el rango de Teniente
Segundo especializado en lenguaje de signos como parte del regimiento de
Fusileros de Lancashire. En 1916 fue trasladado a Francia y participó en la
Batalla del Somme como oficial de comunicaciones. En noviembre de ese mismo año
regresó a Inglaterra a causa de haber contraído la llamada "fiebre de las
trincheras".
A raíz de
esta enfermedad, que le dejó prolongados períodos de convalecencia,
comenzó a despuntar el vicio de escritor. Sus primeros cuentos son de este
período. Se había casado antes de ir a Francia, en 1916, y en 1917 nació su
primer hijo.
En la
década de 1920 comenzó a escribir por partes la historia de Bilbo Baggins, el
Hobbit. La intención de este libro fue entretener a sus hijos. Tolkien no tuvo
nunca la intención de publicarlo, pero el ejemplar fue prestado sin el
consentimiento del autor a una persona que trabajaba en una editorial, esta se
la llevó a su jefe y, tras leerlo, decidieron publicarlo. Esto ocurrió en 1932.
Dado el
éxito del libro, los editores le solicitaron que escribiera una secuela. En ese
momento, Tolkien le presentó los borradores de "El Silmarillión", una
suerte de Génesis de la Tierra Media aún inconcluso, pero los editores lo
rechazaron porque entendieron que el público quería saber más de los hobbits.
Entonces
llegó el turno de "El Señor de los Anillos". Fue escrita entre 1937 y
1949 y salió a la luz en tres volúmenes entre 1954 y 1955.
Volví a
leer esta novela poco antes de que se estrenara en Buenos Aires la primera de
las tres películas que hizo Peter Jackson. Muchos años antes, había visto una
versión en dibujos animados que llegaba hasta la mitad de la novela completa
porque se les habían acabado los fondos para hacer la otra mitad y no se había
conseguido quién patrocine el proyecto.
Las películas,
tanto la animada como la de Peter Jackson, no compiten con los libros. Quién se
quede con los filmes, se perderá de mucho. Aunque, por otra parte, se salvará
de ciertas partes tediosas como el capítulo de Tom Bombadill y algunas escenas
del final.
Al igual
que los hermanos Grimm en su tiempo, Tolkien reinventó la fantasía en base a
los textos que había amado en su infancia y adolescencia. Beowulf y otras
sagas nórdicas y germanas sirvieron de fundamento para sus creaciones. Según él
mismo ha dicho, Gandalf está inspirado en Odin, pero también tiene elementos de
antiguos cuentos polacos. He aquí mi humilde homenaje.
Desde
Buenos Aires, los abrazo.
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