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lunes, 3 de septiembre de 2012

LA CIENCIA DE LA IMAGINACIÓN

Julio Verne nos hizo viajar al centro de la Tierra, recorrer 20.000 leguas en un submarino y volar en una bala de cañón hasta la luna. Nos llevó a los polos, a la fuente del río Nilo antes de que nadie lo hubiera hecho en persona. Escribió sobre armas de destrucción masiva, cuando aún no se había inventado la ametralladora. Escribió sobre el helicóptero, las naves espaciales, los grandes transatlánticos, los motores a explosión, los motores eléctricos y hasta sobre la internet. 

HG Wells nos contó sobre viajes en el tiempo y guerras entre mundos. El checo Karell Capeck fue el que nos introdujo el concepto y la palabra robot. 

Hugo Gernsback, en 1926, acuñó en sus revista "Amazing Stories" el término Ciencia Ficción. 

La ciencia ficción es un género especulativo que relata acontecimientos posibles desarrollados en un marco espacio-temporal puramente imaginario, cuya verosimilitud se fundamenta narrativamente en los campos de las ciencias físicas, naturales  y sociales. Flor de definición.

Para mí, la ciencia ficción es el género de lo imposible que algún día será probable porque alguien cree que es real.

Cuando Julio Verne pensó el Nautilus, los primeros acorazados a vapor comenzaban a surcar los mares. Cuando Mark Twain escribió "Un Yanqui en la Corte del Rey Arturo" faltaban 25 años para que Francia se convirtiera en un enjambre de trincheras y alambre de púa bajo la vigilancia de miles de ametralladoras.

Hace poco Disney, al producir y rodar la película "John Carter",  revivió las historias de Edgar Rice Burroughs conocidas como la serie "Bajo Las Lunas de Marte" editadas por primera vez en 1912. Estas historias constituyen uno de los primeros ejemplos de la ciencia ficción como género de masas.

La revista "Astounding Cience Ficcion" fue el canal que hizo surgir a los grandes genios del género. Isaac Asimov, Robert A. Heinlein y Arthur C. Clark. En Europa, Aldous Huxley, Karell Capeck y C.S. Lewis fueron grandes impulsores del género. Aquí en Buenos Aires, Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares incursionaron en la ciencia ficción.

Todos estos visionarios tuvieron en común la decisión de no ponerle límites a la imaginación. Reconocieron el mundo en el que estaban sumergidos y fueron más allá, con una visión de un futuro diferente.

Así como nos sorprendieron con avances científicos impensados para su época y que hoy constituyen parte de nuestra vida diaria, también su imaginación los llevó a caminos que la humanidad decidió no transitar. 

Hace poco leía una antología de cuentos de Asimov y me divertía al ver cuanto se había equivocado sobre la evolución de las computadoras. Claro, cuando escribió esas historias aún no existía el microchip, por lo que el concepto general era que a mayor tamaño, mayor potencia. Así, la Multivac era un conjunto de transistores y válvulas del tamaño de una ciudad que daba sus respuestas a través de tarjetas perforadas. 

La ciencia de la imaginación ha alimentado las mentes de muchos que luego dedicaron su vida a convertir en realidad los sueños de otros. Y gracias a ello, nuestro mundo se ha ensanchado de manera que ni los mismos creadores de sueños se imaginaron.

Y permitieron a otros ir aún mas lejos. 

Espero pronto llegar allí. Desde Buenos Aires, los abrazo.







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