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jueves, 13 de septiembre de 2012

LA BRECHA

A veces me sorprende escuchar a mi hija de 14 años cuando la escucho hablar. No porque sea un genio que revele al mundo verdades incontestables, sino porque no entiendo el idioma en el que me habla. 

La brecha entre su idioma y el mío es cada vez más grande. Claro, es adolescente y busca su propia identidad, separada de la que sus padres pueden llegar a imponerle, pero es alarmante que haya todo un grupo de personas que en la misma ciudad hablan una versión diferente del idioma castellano.

-Flasheaste confianza -dijo, mientras mirábamos una serie televisiva ante la actitud de uno de los personajes. 

Mis ojos se abrieron grandes como huevos de avestruz y en un despliegue descomunal de elocuencia dije -¿Qué?

Ella soltó la carcajada. Pienso que lo hizo más por mi cara de idiota que por la brillante pregunta que le hice. Lo peor de todo es que, al momento de explicarme qué es lo que quiso decir, no encuentra palabras de mi vocabulario para explicarlo.

-Fulano es un Paty -dijo ella.
-¿Qué es un Paty?
-Ay, papá, un Paty.

Para mí, un paty hace referencia a una hamburguesa, por la famosa marca argentina de medallones de carne molida. Para ella es otra cosa.

Comunicarse es difícil. Me pasó en mi luna de miel, cuando viajé a la isla de Antigua. Fue en 1996. Nos casamos un sábado a la noche y estuvimos de fiesta hasta el domingo a las 5.00 am. A las 6.00 am llegamos al hotel y a las 7.30 am nos subimos al auto que nos llevó al aeropuerto. Viajamos 11 horas hasta Saint Marteen, donde debíamos hacer trasbordo a otra aeronave que nos llevaría a Antigua. El vuelo se demoró dos horas y llegamos a las 21.00 al aeropuerto V. C. Bird. Al salir del aeropuerto, busqué un taxi. Cuando subimos, me di cuenta que el taxista tenía una mujer en el asiento del acompañante.

Durante cuarenta minutos, recorrimos caminos angostos y oscuros a una velocidad que en mi humilde opinión era excesiva mientras el conductor le hablaba con enojo a su acompañante en un idioma que no parecía inglés, aunque alguna palabra suelta entendía. De terror. Lo peor era que yo iba tranquilo con el tema idioma ya que hablo inglés de manera fluida y no pensé tener problemas en una isla que había sido colonia inglesa desde el año 1667 hasta su independencia total en 1981.

Pero es así, aún creyendo que se conoce el idioma, hay un idioma dentro del idioma que varía de país a país. A veces, al chatear con personas de México, Costa Rica o España me encuentro con palabras que me resultan incomprensibles. Pero creo que eso no es tan grave. Coger en España y Argentina tienen un significado diferente. En efecto, un español puede decir cogí un taxi queriendo decir que utilizó el taxi como medio de transporte. Un argentino hubiera dicho que mantuvo relaciones sexuales con un taxi.

La brecha es grande, es cierto. Por suerte, siempre encontramos la manera de achicarla y encontrarnos. Desde Buenos Aires, los abrazo. Brian.






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