Navegué por los mares de cien latitudes
En una nave de una vela
Y timón de remo.
En mi viaje vi tierras míticas,
Ciudades ancestrales y templos del misterio.
Navegué solo,
En constante peligro de muerte.
Enfrenté tormentas brutales,
Calmas sepulcrales
Y llegué hasta las
puertas mismas del infierno.
Naufragué.
Una isla desierta se convirtió en mi hogar.
Quizá era ese Edén perdido,
Del cual el hombre había sido desterrado
O quizá fuera Ogigia, hogar de la cruel Calipso.
Como fuera, allí estaba,
Sólo, sin esperanza
Hasta que llegaste a pie sobre las aguas
Y con una sonrisa tierna,
Me rescataste.
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