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jueves, 13 de diciembre de 2012

BAJO LA LUNA AZUL DE ROWELA - episodio 8 de 12


8.

Apenas llegaron a la cueva, Gael se ocupó de limpiar, curar y vendar la herida de Frida. Tenía un feo aspecto, pero no era grave. Primero utilizó un desinfectante en aerosol, luego untó la herida con un complejo proteico que en pocos minutos regeneró los tejidos dañados.
Mientras Frida preparaba unas albóndigas de cordero en salsa y arroz rosado de Wafelia, Gael abrió una botella de champagne y sirvió dos copas. Frida aceptó la bebida, pero lo echó de la cocina por ser un factor de distracción muy importante al momento de demostrar su arte culinario. Gael se fue a ver televisión al dormitorio, tirado sobre la cama, mientras sorbía el líquido azul. Todo volvió a revolverse en su interior cuando vio en el televisor de pared la habitación en la cual minutos antes habían irrumpido con violencia. El rostro deforme de Eli, con sus ojos abiertos y las manchas de sangre seca en la cabeza, aparecía junto a otro tan notable como el del blanco.
–El Alcalde Stavros –dijo la cronista– también resultó muerto. Aún se trata de establecer si el blanco fue el Alcalde o el empresario.
– ¡Frida! –gritó alterado – ¡Frida!
– ¿Qué pasa? –preguntó mientras se acercaba por el pasillo.
–Mirá –dijo él señalando la pantalla–, la cagamos.
Frida reconoció de inmediato el rostro sin vida de su empleador en la pantalla. –Esto no puede ser –se atrevió a murmurar.
– ¿Cómo pudo pasar?
–Nunca pensé que Stavros podía estar allí, ¿por qué? Si lo quería muerto, si sabía...
–No lo quería muerto, eso es evidente.
–Por qué.
–Porque de otro modo no hubiera estado jugando al póquer con él. ¿Quién era tu contacto?
–Un hombre del Servicio Secreto.
–Somos unos imbéciles. Tenemos que volver al hotel.
– ¿Estás loco?
–El dinero. El millón.
–Está en nuestra suite.
–Dudo que nos paguen el resto.
–Nos van a matar.
–Ante todo calma. Vamos a volver y a recuperar el dinero. Luego desaparecemos.
– ¿Adónde?
–Lejos, donde sea.

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