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jueves, 27 de diciembre de 2012

ME DESPIDO DEL 2012.

Hoy, hace 43 años, mi madre me daba a luz. No fue un parto fácil. Un año antes, había perdido un embarazo y le habían diagnosticado un cáncer de mama. Mi madre decidió que su hijo era más importante que ella. Y por eso no recibió tratamiento médico para su enfermedad, porque el mismo ponía en riesgo mi vida, mi salud, mi integridad física. Eso, pese a las advertencias de los médicos sobre el peligro que ello implicaba para su vida.

En 1984 festejé mi último cumpleaños con ella. No recuerdo mucho de ese cumpleaños. Mis cumpleaños siempre pasaron inadvertidos. Nunca pude festejarlos con mis compañeros de colegio, porque todos ya se habían ido de vacaciones. Y una vez que pasó tu cumple, pasó tu cumple. Nada de andar festejando en abril algo que pasó en diciembre.

Pero es importante festejar. Una de mis hijas nació en los primeros días de febrero, mes tan malo en Argentina como diciembre, porque organizar el cumple con sus amigas requeriría hacerlas venir a todas de donde quiera que estén veraneando. Por eso, siempre le festejamos en otro momento. Este año fue en noviembre, otros ha sido en julio o en abril, pero siempre ha tenido su festejo.

Hace nada tuve un choque de con el auto. Fui embestido desde atrás por otro vehículo que venía, como decía un conocido mío, volando bajito. El auto quedo hecho trizas. Pero mi mujer, mis tres hijas y yo salimos caminando del siniestro. Al ver el auto dos días más tarde para sacarle fotos, me di cuenta de la entidad del daño y del milagro. Porque que saliéramos de esa lata retorcida caminando y por nuestros propios medios, fue un milagro.

Por eso, a mis 43 recién adquiridos, tengo muchos motivos para festejar. Porque el 2012 fue un año de reveses. A "La trampa del diablo", dos veces finalistas de certámenes internacionales, no la quiere agarrar nadie. Mi trabajo como abogado fue mucho, pero como esos años en que se trabaja de un modo intenso en la siembra y llega la sequía, los frutos fueron escasos. 

Pero estoy vivo, listo para seguir dando pelea. Con una novela que es extraordinaria y que, estoy seguro, cuando finalmente algún editor tenga el coraje de editarla, será un suceso similar a "Cien años de Soledad" o "La Sombra del Viento".

Nunca quise ser rico. Sólo quiero vivir de lo que me hace feliz. Ser abogado, hace tiempo, no me hace feliz. Escribir buenas historias, sí.

Me pareció apropiado despedirme de ustedes por este año en esta fecha y de esta manera. Hoy fui a visitar a una querida amiga para despedirme de ella hasta el 2013 y me enteré que estaba en el funeral de un familiar suyo. Le escribí una nota en la que puse "la vida es una suma de momentos, algunos son difíciles de tragar, otros se quedan para siempre en nuestras sonrisas." Les deseo a todos, para el 2013, que sus sonrisas se hagan cada vez más anchas.

Desde Buenos Aires, los abrazo.

Brian.


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