Translate

miércoles, 22 de agosto de 2012

LA BRÚJULA DEL ESCRITOR

Cada nuevo capítulo en una novela es una incógnita. Especialmente con mi anárquico método de trabajo. Es como adentrarse en un bosque denso y comenzar a recorrerlo sin brújula. Indefectiblemente, uno se pierde.

Por suerte, tengo un fuerte sentido de la orientación. Siempre me jacté de encontrar lugares a los que nunca había llegado antes sólo con algunas instrucciones básicas. Ya sea en mi ciudad o fuera de ella, nunca pienso que puedo perderme. Es como un instinto que me permite saber dónde está cada punto cardinal y en qué dirección está mi hogar.

Cuando escribo sucede algo similar. No sé muy bien qué rumbo va a tomar la historia, más bien, la acompaño en su derrotero. 

¿Cómo pudo una fábrica de bolitas de naftalina convertirse en el centro de culto de una deidad demoníaca? No me pregunten. De repente sucedió. Como sucedió cada cosa que sucedió en la vida de Matías, el protagonista de La Pandilla de la Calle Perdida.

Al escribir las Memorias de un Romano Cualquiera sólo sabía que el fulano era el nieto de Cayo Julio César. Supuse que su vida tuvo que tener algo interesante, porque para contar que Aulo Valerio Efigio, como se llama el protagonista, vivía en una ínsula -así se llamaban los edificios de departamentos en la antigua Roma -y se dedicaba a hacer zapatos, mejor no escribo nada. Por eso le dí la profesión que le di, que no les pienso contar para no arruinar la diversión de la lectura.

Así, como cuando uno lee un libro y transita sus páginas junto a la trama, así es como escribo. No hay mucho secreto, se trata de dejarse llevar y de no poner frenos a la parte más voraz de tu imaginación. La realidad nos limita día a día. Cada vez más. ¿Por qué permitir que la fantasía se coarte? 

Coincido con Pérez Reverte en que al escribir, el alma debe estar volcada a la historia. El lo dijo de manera diferente, pero es lo que me quedó. Para mí, dejar volar mis pensamientos es una necesidad de tiempo completo. Por eso no necesito de lugares ni climas especiales para escribir. Sólo necesito, como mínimo, un papel y un lápiz.

Desde Buenos Aires, los abrazo. Brian.

No hay comentarios:

Publicar un comentario