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jueves, 9 de agosto de 2012

DE CONEXIONES QUE DESCONECTAN

Estos días de crisis de transporte me han dado la oportunidad de observar la ciudad de otra manera. La costumbre de meterme bajo tierra como un topo para desplazarme de un lado a otro me hace perder muchas cosas que el colectivo te da. Barrios que cambian, paisajes que se renuevan y costumbres de personas que, sentado en las filas laterales de asientos de un vagón, se escapan de mi mirada.

Algo que noté, mucho más que dentro del subte donde la señal puede perderse, es el nivel de dependencia de los jóvenes de su aparato celular. La mayoría de ellos porta uno que parece que está muy de moda y que tiene un nombre peculiar, o al menos eso es lo que se dice. 

Cuentan las malas lenguas que la marca de dicho teléfono coincide con el nombre que se le daba en el sur de los E.E.U.U. a la bola de hierro que se encadenaba al grillete de los esclavos para que no pudieran escapar. Parece que es una moda que vuelve, ya que una conocida firma de calzado deportivo a diseñado unas zapatillas muy peculiares que tienen por objeto evitar que sus dueños las pierdan. Para qué describirlas, mírenlas.

Me reservo los comentarios.

Volviendo a los teléfonos, me impresiona como la gente no puede quitar la mirada de sus pantallas. Como diría mi hija, mal. Dos chicas que andaban por sus 20's hablaban entre sí pero no se miraban, ya que estaban ocupadas con el facebook o lo que fuera.

Creo que tuve mi primer teléfono celular por el año 2005. Soy del 69, lo que significa que tenía casi 35 años cuando decidí unirme a esa locura de estar conectado todo el tiempo. Por suerte, estoy bien desconectado del aparatito. Del teléfono, ¿eh? Vivo mi vida con independencia de lo que sucede en las redes sociales. Quizá sea parte de mi naturaleza antisocial. Quizá hubiera sido un ermitaño feliz en otra época. Al visitar a mi prima en El Durazno, supe lo que es no tener señal de celular. Para encontrarla, había que ir a un punto alto del camino principal y pararse sobre una piedra, si era de punta de pie, mejor. ¿Para qué arriesgar mi integridad física? Si al lado de la parrilla, donde se cocinaba una regia colita de cuadril y media docena de chorizos estaba bien cómodo. 

Lo mismo se ve en los bares. Dos personas se sientan en un café a charlar y parece que son cuatro, ellos y sus celulares. Quizá los dueños de los establecimientos empiecen a exigir que los celulares también consuman, ya que a veces parecen ser los dueños de la reunión. 

No niego que estos aparatitos traen grandes beneficios. Me han ayudado en momentos complicados, como en algún accidente vial o en algún momento profesional difícil. Pero esta claro la función de teléfono es cada 
vez menos importante en los celulares. 

En un mundo donde la tecnología te conecta, todos parecemos más desconectados que nunca. Antes nos conectábamos con palabras. Con una mirada. Ahora con un mensaje de texto se rompe una pareja. O con un twít  se pide casamiento. Será la Mátrix el destino de nuestras relaciones humanas. O la de Surrogates. O alguna otra fantasía futurista.Los sustitutos (Surrogates) Poster

Lo bueno es que si ese es el futuro, no tendremos que preocuparnos por paros de subtes o de colectivos, porque en una fantasía las cosas se arreglan como por arte de magia.

Desde Buenos Aires, los abrazo. Brian

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